La libertad de expresión no debe estar sujeta a caprichos o modas, siempre que respete la moral y las buenas costumbres, no obstante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que no es discriminatorio separar del empleo a quien exhibe un tatuaje de una cruz esvástica, toda vez que constituye un discurso de odio. 

Por: Dr. Jorge Carlos Medina

La libertad de expresión no debe estar sujeta a caprichos o modas, siempre que respete la moral y las buenas costumbres, no obstante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que no es discriminatorio separar del empleo a quien exhibe un tatuaje de una cruz esvástica, toda vez que constituye un discurso de odio.

En mi práctica docente siempre he comentado con los compañeros con quien tengo el gusto de compartir el aula que hay un dicho “de la moda, lo que te acomoda” tal cual lo escuchamos todos alguna vez de nuestros padres, cualquiera cosa que hagamos a nuestro cuerpo de forma permanente y definitiva quedará grabado ahí para siempre.

Hoy día los tatuajes están de moda, veo compañeros, profesionistas, estudiantes, amigos que portan sus tatuajes con mucho orgullo, el problema radica no en esta moda, si le preguntamos a la gente de la generación de los años 1950, los detestan; pero en la Segunda Guerra Mundial eran la onda, en los 1980 poca gente los usaba porque los asociaba a gente que había estado en prisión, hacia los años 2000 se puso de moda los tatuajes de hena y en esta generación nuevamente vuelven a estar de moda como algo muy cool, en mi opinión, la única cosa que deben considerar a quienes les guste portarlos es que piensen que hoy que tienen 20 años pueden parecer padres, pero deben pensar que algún día llegarán a los 50 y esta imagen permanecerá en su piel, es por ello que muchos se fijan en que el tatuaje debe coincidir con su ideología, la cual de jóvenes no pensamos que con el tiempo nuestros intereses pueden cambiar: aunque ojo, los ideales podrán permanecer, la manera de pensar tal vez no.

El derecho se transforma día a día junto con la sociedad, los que eran jóvenes a finales de la década de 1960 siguen teniendo sus mismos ideales, pero de ninguna manera siguen pensando de la misma forma, mucho menos actuando como si tuvieran 20 años hoy que pasan las 70 primaveras.

Que tanto sabemos sobre simbolismo, hay elementos que asociamos culturalmente como sociedad, ya sea por pictóricos o culturales, el tema resuelto por la Suprema Corte de México justifica la separación del empleo a una persona por portar un tatuaje de esvástica, por transmitir un mensaje de odio… pero no basta que lo diga el máximo tribunal, ¿esto es discriminatorio acaso?, ¿puedo juzgar a una persona por su forma de pensar o transmitir una idea que desconozco?, quiero explicarme mejor:

Esvástica proviene del sánscrito antiguo hablado por el pueblo Ario (Golfo Pérsico), aproximadamente nueve mil años antes de Cristo, significa afortunado o que trae buena fortuna, lo podemos encontrar en innumerables culturas antiguas como India, Egipto, Grecia, incluso Roma; bajo la influencia religiosa se encuentra en culturas budistas, hinduísta, incluso cristianas, también en elementos hispánicos que muestran la Cruz Gamada como elemento de las heráldicas del medievo por ser elementos de buena fortuna, prosperidad y salud, incluso felicidad.

¿Lo sabe todo el mundo?, quizá no, el problema es ¿por qué no?, solo hay que abrir el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, o simplemente cualquier página de internet, es cultura general, en qué momento asociamos la Cruz Esvástica al Nazismo, peor aún, lo asociamos a un discurso de odio, Mario Bunge señala que un símbolo no es más que la identificación gráfica de una idea, luego entonces quiénes son los que estamos siendo racistas en el momento que señalamos a alguien por usar un símbolo que asociamos de manera equívoca a doctrinas equívocas.

Donde la ley no distingue nadie debe distinguir, este es un principio general de derecho que no es más que un elemento lógico cultural, no tengo por qué dividir a la sociedad por cómo piensa, en el momento que realizo dicha acción estoy generando un adoctrinamiento que limita el desarrollo libre de la personalidad, es por ello que nuestras leyes están encaminadas proteger la libertad de expresión siempre y cuando está sede con respeto a la dignidad de las personas, el señalar a una persona por su creencia sería tanto como prohibir que alguien utilice cualquier elemento que me resulte incomodo, como podría ser el emblema de un oso panda gigante (logotipo del Fondo Mundial de la Naturaleza, WWF), solo porque no me gusten los pandas o porque se explote este mamífero que es un símbolo cultural de China y sea discordante con su forma de gobierno, cultura o modelo de negocios, ¿absurdo?, totalmente de acuerdo.

Así podríamos citar cantidad de ejemplos ya que en la actualidad vivimos en un mundo de imágenes, y si una imagen dice más que mil palabras, también puede contar mil mentiras diría Joan Fontcuberta.

Ciertamente no olvidemos que “una mentira repetida mil veces, se convierte en una verdad”, esta frase es atribuida a Adolfo Hitler y el hecho de enunciarla no significa que este a favor de los idearios del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o que deje de observar que entre 1933 y 1938 (anterior a la Segunda Guerra Mundial), Alemania paso de ser uno de los países más empobrecidos del mundo para convertirse en una potencia que organizó los Juegos Olímpicos de 1938.

El mundo se compone de imágenes e ideas, por ello en el edificio sede de la Suprema Corte de México hay una placa que reza “Que todo aquel que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, ampare e imparta justicia.”, esta frase fue pronunciada por José María Morelos y Pavón, es en esencia el espíritu del sistema de justicia y legalidad del estado mexicano, en otras palabras, citando otra placa de la Suprema Corte que reza “Sobre la Constitución nada, Nadie sobre la Constitución.” (esta frase pertenece a José María Iglesias), estos dos elementos nos llevan a afirmar que no podemos ir más allá de nuestro marco de derecho y proteger al desvalido, para eso vivimos en un Estado de Derecho en el cual la misma Constitución establece la NO DISCRIMINACIÓN; los hombres (o mujeres), no deben ni puede distinguir donde la ley no lo hace, sin embargo, cualquier documento escrito está sujeto a la interpretación, y todo aquello que este sujeto a la interpretación se puede convertir en un arma muy poderosa de la subjetividad y la estigmatización social.

Esto es una afectación en la esfera particular de la persona, pero: ¿cuál persona? y ¿cuál derecho?, a una identidad, libertad de pensamiento o creencia, de imagen o comunicación; así como la tolerancia debe prevalecer en ambos extremos de la balanza, no podemos encaminar a la sociedad a un punto en que autolimitamos nuestros derechos fundamentales sobre la creencia de una minoría, que pudiera estar acertada o equivocada, es un mundo de percepciones, y al igual que la justicia, está sujeto a la percepción y subjetividad del sujeto que se somete a la opinión particular sobre la general.

Una pregunta que se debe poner en la mesa de debate es quién se siente ofendido o agredido en sus sentimientos, ideas o percepciones; cuando se dañan algunos de estos elementos es a los que llamamos “daño moral”, sin embargo, este daño moral recae en la persona que recibe el mensaje equivocado o la persona que se le limita su derecho a expresarse de una u otra manera.

Hoy hablamos de un símbolo asociado a una forma de pensamiento, pero como todo símbolo está sujeto a la percepción de otra persona, estigmatizar un símbolo o una persona lo convierte en un hecho discriminatorio, luego entonces bajo esta idea cualquiera puede juzgar, criticar u opinar, así también ofender o sentirse violentado en sus derechos o sentimientos, este es un debate que pertenece a cuestiones que van más allá de lo que como sociedad regulamos y/o reconocemos, esos derechos humanos que los debemos de reconocer en todos nuestros iguales es el mismo que debemos de aceptar, respetar, reconocer y conceder, es un principio de tolerancia a toda forma de pensamiento, creencia, expresión, ya que “la moral es un árbol que da moras” (diría Ángel Ossorio, aunque en verdad el árbol se llama morera), es decir, está sujeto a la propia “moral” de la persona.

Este es un tema delicado que se relaciona con como percibimos el mundo y nos relacionamos con los demás, tengamos cuidado de caer en una humanitis (es decir, que se nos inflamen los derechos humanos), cayendo en un exceso tal, que sucumban sobre su propio peso en el que por defender la percepción perdamos nuestra propia identidad y expresión.

Sin duda, este tema va más allá de lo laboral, constitucional incluso fundamental; desde luego invita a la reflexión, no desde un punto de vista jurídico sino social, vivimos en un mundo de ideas, imágenes y percepciones, este criterio establece sin duda un referente sobre como interpretamos el mundo que nos rodea, obligando a cuestionarios el alcance de nuestros propios modelos morales.