El presente ensayo, tiene por objeto establecer los principios de legitimidad y legalidad como elementos del Estado y el poder que la población otorga al mismo para ejercer sus funciones en favor del pueblo

Introducción

El presente ensayo, tiene por objeto establecer los principios de legitimidad y legalidad como elementos del Estado y el poder que la población otorga al mismo para ejercer sus funciones en favor del pueblo., analizando las diversas posturas de los autores en materia de teoría del Estado y teoría política, para así poder comprender la diferencia que estiba entre ambos conceptos.

Analizaremos brevemente como otros Estados, específicamente; como los Estados Unidos de América concibe la legitimidad, la legalidad y los fines del Estado, cual es la finalidad del Estado y la finalidad del mandato que le otorga el pueblo para ejercer sus funciones de gobierno.

Se analizará qué es el sentido de pertenencia, los incipientes intentos del gobierno mexicano por crear un sentimiento de orgullo nacional, como este ha sido creciente al punto de convertirse en un eje rector de la política del Estado mexicano y como se ha ido tergiversando con el paso de las diversas administraciones del Ejecutivo Federal.

Se analizará de igual forma como la solidaridad nacional se ha ido manipulando, como surge y los efectos que tuvo, al punto de crear una de las políticas de Estado más exitosas en la historia moderna de México, que fue denominado Programa Nacional de Solidaridad.

Analizaremos de forma breve y concisa como este programa ayudó a alcanzar los fines últimos de todo Estado y como contribuyó de forma integral al crecimiento y desarrollo nacional, como se fue distorsionando, y sin embargo; al día de hoy el pueblo se sigue cuestionando, sí es una formula probada, por qué el Estado abandonó dicho proyecto desviando los recursos a otros rubros, dejando en estado de desamparo los fines para los que fue instituido.

¿Cuáles son esos fines y virtudes?, esa es la pregunta que se pretende develar en este trabajo, como el mandato conferido por el pueblo a sus gobernantes ha ido evolucionando y cambiando, tratando de encontrar, esa política del Estado mexicano que pretende acrecentar un sentido de pertenencia e identidad nacional, así como el orgullo de ser mexicano.

Legalidad y legitimidad en el sentido de pertenencia y la solidaridad

La legitimidad es un término proveniente de la teoría del derecho, la ciencia política y la filosofía, enfocada a una capacidad coactiva, a un mandato, mismo que gira en torno a la teoría del poder.

Max Webber señalaba que la legitimidad, hoy de forma corriente era denominada legalidad, y esta constaba de tres elementos: Dominación, Poder y Relación Social.

La legitimidad del estado descansa en que este es una unidad jurídica organizada, en opinión de Hermann Heller, por otra parte; Jürgen Habermas señala que la “legitimación es la pretensión que acompaña a un orden político de ser reconocido como justo y correcto.”

Norberto Bobbio señalaba que la legitimidad es una atribución del titular del poder contrario a la legalidad que es una atribución del súbdito, a lo que también es importante destacar que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo define como la calidad de algo o alguien frente a las leyes.

De estos criterios podemos señalar que la legitimidad es una atribución del Estado a través del cual este último ejerce el poder frente a los gobernados, la legitimidad del Estado debe descansar sobre los pilares de la dominación, no obstante, en el siglo XXI, debe ser más allá de la dominación, sobre los pilares de la confianza del pueblo que lleva a los titulares del mandato a ejercer el poder en la eterna relación de gobernante-gobernado.

Legitimidad y legalidad están íntimamente relacionadas, no en la relación señalada por Norberto Bobbio, en calidad de atribuciones; sino en el sentido de que la legalidad deviene del pueblo, traducida en leyes y legitima el poder del Estado, traducido en atribuciones.

Aristóteles señala que el fin último del Estado es la justicia, Bobbio hace el mismo señalamiento cuando indica que la legalidad y la legitimidad no deben ser separadas ya que conllevan el fin último del Estado de alcanzar y preservar la justicia y ser estos los medios de ostentar y ejercer el poder.

Siguiendo los principios aristotélicos de la teología, la legitimidad tiene su fin último en la legalidad, luego entonces esta sería la política que tiene como fin último la felicidad y la democracia , esto no son más que los ideales de justicia, a los que Agnes Heller divide en Divina y Humana, enfocándonos mayormente al segundo aspecto dividiéndolo en justicia de la nación y fidelidad de la ley , si bien son normas morales, pero que tienen un impacto directo en el ser humano, la sociedad y por tanto, interés de la política y la democracia, señalando en palabras de la misma autora “la meta de la justicia está más allá de la justicia” , luego entonces ¿cuál es el fin último de la justicia?, la felicidad, la legalidad, la legitimidad, un conjunto de estos, o son estos los fines que persigue el Estado, al final, también persigue como fin último la justicia, la línea que divide al Estado de la Justica, se diluye tenuemente bajo el concepto de democracia.

Abraham Lincoln, señalaba que el fin último del Estado, de la democracia era la libertad, a través de “[un] gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo…” , así Jeremy Bentham señalaba que el derecho es un producto espontaneo del espíritu de cada comunidad, estos elementos consensados, la voluntad del pueblo, y su espíritu, plasmado en norma positiva, se traduce en la búsqueda de la felicidad, de la libertad, así fue establecido en los artículos primero y tercero de la Constitución de Virginia de 1776 :

  1. Todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes, y poseen ciertos derechos inherentes a su persona, de los que, cuando entran a formar parte de una sociedad, no pueden ser privados por ningún convenio, a saber: el goce de la vida y libertad y los medios de adquirir y poseer la propiedad y de buscar y conseguir la felicidad y la seguridad.
  • El gobierno está o debe estar instituido para el beneficio, protección y seguridad común del pueblo, nación o comunidad; de las distintas formas o modos de gobierno la mejor es la que sea capaz de producir el mayor grado de felicidad y seguridad, y la más segura contra el peligro de la mala administración; cuando cualquier gobierno sea inadecuado o contrario a estos propósitos una mayoría de la comunidad tiene un indudable, inalienable e inquebrantable derecho a reformarlo, alterarlo o abolirlo en la forma que se juzgue más conveniente para la seguridad pública.

Estos principios fueron adaptados en el preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos:

  • NOSOTROS, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, asegurar la tranquilidad interior, proveer para la defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros y para nuestra prosperidad los beneficios de la Libertad, establecemos y sancionamos esta Constitución para los Estados Unidos de América.

Estos elementos dejan patente que el derecho tiene la función de servir como punto de referencia y como guía, y es el pueblo el que legitima al Estado, su función y finalidad tales como justicia, equidad, defensa y bienestar; estos enfocados a conseguir la prosperidad y la felicidad del pueblo.

La legitimidad respalda las acciones del Estado a través de la legalidad, estos valores deben difundirse en los distintos estratos de la sociedad, por lo que para legitimar el poder del Estado, que es el poder del pueblo, deviene indiscutiblemente de conocer los orígenes de quiénes somos, de dónde venimos y así poder descifrar hacía donde vamos, aquel que no conoce su historia, está condenado a repetirla, esta frase atribuida a diversos autores es un punto neurálgico de los principios del Estado mexicano, el proyecto de identidad nacional y la identificación con los símbolos patrios son ejes centrales de la política de Estado en nuestro país.

El gobierno mexicano ha invertido tiempo y millones de pesos en acrecentar el sentido de identidad nacional, el orgullo de ser mexicano, que después de décadas se ha inculcado en lo más profundo del sentimiento individual de cada ciudadano, dándole al mexicano un sentido de pertenencia.

México ha instaurado una política de identidad nacional férreamente asentada en el sentimiento de los ciudadanos nacionales, se ha preocupado en los últimos ochenta años por inculcar un sentimiento de identidad nacional que ha generado los frutos deseados por lo que refiere al sentido de pertenencia e identidad nacional.

La historia nos demuestra la preocupación del Estado mexicano por la enseñanza de los valores de identidad nacional, estos fueron instaurados por primera vez en 1934 bajo el mandato del presidente Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), el cual; mediante Decreto de 5 de febrero de 1934 disponía se unificara el diseño del Escudo Nacional y se reservara para uso exclusivo de la nación, en el mismo sentido regulo el uso de la Bandera y la difusión de los símbolos patrios en los planteles educativos.

  • “En 1934 se realizaron acciones tendientes a impulsar el culto hacia la Bandera Nacional, disponiendo, de forma oficial, el abanderamiento a corporaciones o instituciones civiles. A las autoridades educativas del país les correspondió patentizar el respeto y el culto hacia el lábaro patrio en los ámbitos de su competencia, mediante la celebración de ceremonias en las que se rindieran los honores respectivos.”

Posteriormente, bajo el mandato del presidente Manuel Ávila Camacho, se emite Decreto Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 4 de mayo de 1943, mediante el cual se establece una versión oficial del himno Nacional, siendo obligatoria su difusión en las escuelas de todo el país, de gobierno o particulares, sin importar el nivel académico que se impartiera.

Pasaron más de tres décadas antes de que se pudiera unificar los criterios en un solo instrumento jurídico, hasta que, en 1968, bajo el mandato del presidente Gustavo Díaz Ordaz Bolaños (1964-1970), se promulgara la Ley sobre características y el uso del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales cuyo artículo 14, segundo párrafo señalaba:

  • Artículo. 14. Ley sobre características y el uso del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales.
  • En las escuelas y planteles educativos de enseñanza primaria y secundaria deberán rendirse honores a la bandera, cuando menos una vez a la semana.

Posteriormente, mediante Decreto publicado por el presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), se emite la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, misma norma que rige actualmente y señala en el segundo párrafo de su artículo 15 lo siguiente:

  • Artículo 15. Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales.
  • Las autoridades educativas Federales, Estatales y Municipales, dispondrán que, en las instituciones de enseñanza elemental, media y superior, se rindan honores a la Bandera Nacional los lunes, al inicio de labores escolares o a una hora determinada en ese día durante la mañana, así como al inicio y fin de cursos.

Recae en la Secretaría de Gobernación, a través de la Unidad de Desarrollo Político y Fomento Cívico, dependiente de forma directa del C. Titular del ramo de referencia, lo cual externa la importancia para el Estado de esta política de gobierno, de igual forma, estas normas dejan patente la preocupación del Estado por difundir la legalidad y la legitimidad del mismo, el sentido de pertenencia y el orgullo nacional inculcado desde los primeros años de educación.

No es un fenómeno aislado que la población se enorgullezca de los logros nacionales o llore las derrotas, no es obra de la casualidad ni de los medios masivos de difusión que la población este al pendiente del resultado de la selección nacional, son los valores que se nos han inculcado desde niños, es más importante el resultado de nuestros connacionales en el exterior y los resultados de nuestros representantes nacionales en eventos deportivos internacionales que el Diario de Debates del Congreso de la Unión o el diario acontecer jurídico o político nacional, al parecer, nuestro sentido de pertenencia nos lleva a distinguir que no importa que la economía se encuentre en crisis o la bolsa en fluctuación, eso no es noticia, si lo es que la Selección Nacional de fútbol le gane a Brasil.

La legitimidad del poder se mide a través del voto efectivo del pueblo, el principio de la democracia se sustenta en que el pueblo ejerce su poder a través de sus representantes, esa es la forma de gobierno escogida por los mexicanos, así lo establecen los artículos 39 y 40 de nuestra carta magna mismos que establece:

  • Artículo 39 Constitucional.
  • La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
  • Artículo 40 Constitucional.
  • Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental.

El pueblo legitima al Estado a través del poder que le confiere el pueblo basado en las leyes, este es el principio de legalidad, el cual el derecho regula a través de consensos que dimanan de sus representantes que se congregan en partidos políticos para establecer las Cámaras que nos representan aplicando la norma de forma equitativa , para a través de estos mecanismos alcanzar la prosperidad y la felicidad del pueblo, mismo que les confiere un mandato para alcanzar dichos fines en términos de la ley respectiva.

Esto permite demostrar que las acciones del Estado se encuentran fuertemente vinculadas a los principios de legalidad y legitimidad, debiendo cubrir tres grandes rubros que son: Político, Social y Cultural.

Pero esto no escapa a la voluntad del pueblo, de hecho; dimana de la voluntad del pueblo, la educación que se nos ha inculcado desde los años 1930 es de unidad, orgullo e identidad nacional, la sociedad mexicana ha demostrado no ser indiferente ante los grandes problemas que lo aquejan, especialmente cuando afectan a la colectividad, patente de ello fueron los sismos de 1985 en que el Estado se vio rebasado por la catástrofe y fue reducido a nada, el pueblo salió a las calles de forma organizada, para ayudar a la población devastada en una muestra de solidaridad, de ayuda y desinterés, tomo el poder y las decisiones en sus manos, si el Estado no era capaz de responder eficazmente a la catástrofe, el pueblo lo haría eficientemente.

  • “… los ciudadanos se dieron cuenta de la fuerza que pueden generar cuando se organizan; fueron testigos de cómo un Estado que no responde a las expectativas pierde su papel y se hace pequeño. Así, las calles se llenaron de amas de casa, obreros, estudiantes y empleados organizando brigadas de rescate, cocinas populares y estanquillos de primeros auxilios que ayudaban a todo el que se acercara. Tiempo después, los damnificados se organizarían también en asambleas de barrios, que hicieron más fuerza para exigir los apoyos gubernamentales para la reconstrucción o reubicación de sus viviendas. Todo esto, gracias al nacimiento, en medio de la destrucción, de la sociedad civil.”

“La sociedad actúa de manera rápida y organizada, sin la mínima preparación, impulsados por el deseo de ser solidarios” , es en ese momento en que los “ciudadanos abrieron los ojos y se dieron cuenta del gran error que significa dejar todas las respuestas en manos de un gobierno” , la palabra solidaridad cobraría un nuevo sentido para los mexicanos.

La llegada al poder del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), propuso a la nación tres acuerdos nacionales: la ampliación de la vida democrática, la recuperación económica y la estabilidad; y el mejoramiento productivo y el bienestar popular, de estos ejes verticales nace el Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL) con tres puntos torales: Solidaridad para el bienestar social, Solidaridad para la producción y Solidaridad para el desarrollo regional.

La idea era novedosa y surgida del modelo del neoliberalismo económico, el cual consistía en que el Estado no debía ser propietario de la industria, comenzando un proceso de privatización, debía incentivar la producción privada y la exportación, y su más grande logro, incentivar el desarrollo de las comunidades marginadas, esto lo lograría aportando los materiales y el pueblo la mano de obra.

El pueblo se puso a trabajar, a hacer lo que era obligación del Estado proveer, pero por primera vez en treinta años empezó a haber crecimiento real en el país, las calles se empezaron a pavimentar y empezó a brillar el alumbrado público donde antes no lo había, no importaba quién lo hiciera, la sociedad civil organizada en solidaridad, con apoyo estatal en forma de maquinaria y materiales permitió el crecimiento del país y el mejoramiento de la calidad de vida de la población, así alcanzando un pedacito del sueño anhelado desde la promulgación de la Constitución, desde el establecimiento del Estado libre y soberano, alcanzar la felicidad y la prosperidad del pueblo mexicano, al fin algo que permitiera que nuestra identidad nacional se sintiera orgullosa de ser mexicano, de tener un verdadero sentido de pertenencia.

El PRONASOL ha sido uno de los programas gubernamentales más exitosos no sólo en la historia de México, también en Latinoamérica, creció la infraestructura y disminuyo el gasto social, la productividad y el PIB se incrementaron mientras los índices de pobreza decrecieron, el proyecto fue un sueño hecho realidad si no fuera por el pequeño detalle de que las cuentas no son claras, los fondos de distribución no son coincidentes ni equitativos y está catalogado como un fraude perfecto a las arcas de la nación.

Qué sucedió en ese renacer mexicano, será que nuestra visión fue nublada por la educación impartida por el Estado, misma que ha decaído en los últimos treinta años, quizá es que somos una sociedad teledirigida dónde creemos como cierto lo que los medios nos informan.

PRONASOL es el antecesor de otros programas del mismo corte como PRONAFIDE, PROGRESA, Oportunidades y otros tantos que no han alcanzado los niveles de éxito de Solidaridad, hoy día; a veinte años de la conclusión del sexenio Salinista, fraude o acierto, deseamos contar con un programa en el que el Estado y población trabajen activamente en pro de un México mejor, un México más unido, en términos de legalidad, legitimidad y por supuesto, constitucionalidad, por un México más feliz.

Conclusión

La legitimidad es un concepto que deviene del poder que el pueblo le confiere al Estado a través de la legalidad conferida en sus leyes positivas y la representatividad de los ciudadanos.

La legitimidad es una atribución del Estado, mientras la legalidad es una atribución del súbdito, así lo señala Norberto Bobbio, no obstante; los gobernados otorgan legitimidad al Estado, mismo que el pueblo instituye para alcanzar los ideales de la sociedad, tales como la justicia, la equidad y la felicidad.

El pueblo instituye el Derecho como la forma ideal de alcanzar dichos ideales, a través del cual suma elementos a la formula como es la política y la democracia.

Tomando como ejemplo otros Estados soberanos, específicamente el caso de los Estados Unidos de América, encontramos que la justicia y la felicidad son los fines últimos del Estado, por el cual se instituye, buscando el pueblo alcanzar las virtudes de justicia, prosperidad, equidad y felicidad.

En México, estos principios no son ajenos, en los años 1930 se pretendió inculcar en la ciudadanía el sentido de pertenencia, enaltecer la cultura nacional a través de la enseñanza de la historia y los símbolos patrios, los cuales son pilares de la política nacional para crear un sentimiento de dignidad y orgullo nacional.

Los años subsiguientes se vieron marcados por políticas de gobierno que desvirtuaron el nacionalismo por patrioterismo y se dio un abandono de la población deseosa todavía de alcanzar esas virtudes y valores.

Las últimas dos décadas del siglo XX estuvieron marcadas por el crecimiento del sentimiento de solidaridad del pueblo mexicano que llevó a un renacer de las instituciones y mayor confianza, hoy nuevamente perdido por la falta de crecimiento y desarrollo nacional.

Por ello es importante retomar esos valores, para alcanzar las virtudes para las que se instituyo el Estado, haciendo valer el estado de derecho, la dignidad nacional, el crecimiento y prosperidad de la población en favor de las futuras generaciones que puedan sentir fervientemente ese orgullo de ser mexicanos.

Dr. Jorge Carlos Medina Medina