El proceso migratorio a través de México es un tortuoso camino en busca de alcanzar un sueño, el cual; muchas veces, tiene tintes de pesadilla.

Que lleva a una persona a arriesgarlo todo, dejar lo que conoce, su hogar, patrimonio, aventurarse en tierras lejanas en búsqueda de un sueño, eso que le llama american way of life.

Cuando pensamos en migrantes, nuestro imaginario nos lleva a la línea divisoria entre México y Estados Unidos, esa infranqueable barrera gringa que no separa dos países, sino dos ideologías, dos culturas, sueños, ideales y esperanzas de una vida mejor.

Sin embargo, no hay nada más alejado de la realidad que eso, la migración es el nuevo gran negocio, tanto licito como ilícito, los migrantes, aquellos “hermanos latinoamericanos” no pasan desapercibidos a los ojos de nadie: el proceso migratorio no es aquel que comienza en el muro entre Tijuana y San Diego, el ubicado a ambos lados del Río Bravo o cualquier otro punto de cruce a lo largo de los 3,185 kilómetros de frontera que colindan con nuestros vecinos del norte.

El proceso migratorio surge en lugares muy distantes de la geografía mexicana, en lo que corresponde a nosotros, inicia en nuestra frontera sur, esa pequeña franja que nos une con Centroamérica, que resulta ser una pequeña gran brecha de 1,234 kilómetros donde se inicia un largo viaje en busca de un sueño, el cual se convertirá en una verdadera pesadilla.

Qué es aquello tan grande y poderoso que lleva a las familias a aventurarse en un viaje largo y peligroso, el imaginario popular señala el origen de la migración en una cuestión de carácter económico, no obstante, la búsqueda de un mejor estilo de vida, aquel american way of life es sólo consecuencia de la búsqueda perpetua del ser humano que busca la felicidad; el proceso migratorio es más que un camino a lo largo de distintos países en el intento de llegar a esa idílica meta llamada Estados Unidos sin embargo, esto costará tiempo, esfuerzo y recursos económicos, materiales y psicológicos, en otras palabras: será largo, peligroso, complejo y costoso, además de amargo y frustrante; entonces…. ¿vale tanto la pena?, ¿vale tanto el riesgo?, al punto de ponerse en riego e incluso…, perder la vida.

La fotografía intitulada “La familia” muestra un rasgo de la migración que va más allá de lo señalado en las cabezas de noticias o sensacionalismos explotados por las Organizaciones No Gubernamentales; qué es aquello tan poderoso para que una persona decida lanzarse en una arriesgada empresa como es cruzar diversas jurisdicciones internacionales en busca de un sueño; qué motiva la decisión de tomar a una pequeña niña dejando todo atrás, abandonar las raíces y costumbres, patrimonio, familiares, amigos, todo aquello que nos conforma como seres sociables.

El problema migratorio es multidimensional y multifactorial, siendo diversas las razones que motivan el desplazamiento de la persona, resulta destacable en este sentido el incremento de la inseguridad, las mafias y las maras, el cual es un problema creciente en Centroamérica, el crimen organizado está superando las acciones de gobierno, las cuales, tienen la prominente obligación de salvaguardar la seguridad de sus ciudadanos; no con esto descartamos el fenómeno económico y la falta de oportunidades, sin embargo; resulta ser una menor incidencia la falta de empleo, situandose por encima al factor seguridad como motivación principal del desplazamiento de personas las cuales representaron el 77% del éxodo de hondureños entre los años 2012 y 2014.

La historia de “La familia” se remonta a la ciudad de Tegucigalpa, moderna capital de Honduras, en donde tenían una papelería con la cual se sostenían económicamente con ingresos aceptables acordes a la clase media, sin embargo, el incremento de la violencia, las mafias, particularmente el MS-13 (también conocido como Mara Salvatrucha) comenzó a cobrar renta a los pequeños negocios, es decir, una cuota diaria por concepto de seguridad, ¿y seguridad de qué o quién?, pues de ellos mismos, de la Mara ya que los negocios se encuentran dentro de lo que ellos llaman “su territorio”, y eso les da el derecho a percibir una cuota por la apertura comercial cotidiana, la negativa conllevará a la destrucción de las negociaciones mediante vandalismo, robos o incendios, el hecho de no atender estas ilícitas invitaciones al pago de contribuciones a las mafias puede traer como consecuencia medidas más drásticas como el secuestro, mutilación e incluso, perdida de la vida.

Esto motivó a “La Familia” a bajar la cortina de su negocio, atrancar la puerta de su hogar y abandonar todo lo que tenían y conocían, así; de un día a otro…, cambio su vida, historia, esperanzas…, dejaron de ser la familia dueña de una papelería en un distrito escolar para convertirse en migrantes en una ruta peligrosa llevando en sus manos una mochila con unas cuantas mudas de ropa, un costal lleno de sueños y una pequeña niña en brazos en busca de un futuro mejor, en busca de aquella promesa establecida desde hace más de doscientos años en el preámbulo de la Constitución estadounidense, que no es más que la búsqueda de la felicidad, a eso que los latinoamericanos llamamos el american way of life; sin embargo, no lo hacían por voluntad propia, no eran desplazados ni exiliados, las circunstancias los obligaron a buscar en otros lugares lo que su propia tierra era incapaz de ofrecerles… Seguridad.

El viaje a través del territorio mexicano no es lo que los migrantes piensan, nuestra geografía corre a lo largo de casi cinco mil accidentados kilómetros de punta a punta, las rutas por las cuales puede surcarse se identifican preponderantemente en cuatro: 1) Golfo, 2) Centro, 3) Occidente y 4) Pacifico, las dificultades, peligrosidad, complejidad y dimensión de cada una son diversas, el migrante no escoge la ruta conforme a los elementos antes indicados, sino dependerá del destino final que los aventureros se han fijado, en el caso de “La familia” tenían por destino final la ciudad de Miami, en la península de Florida, lo que los llevó a escoger la ruta del Golfo, viajando en los trenes de carga conocido como La Bestia, un largo viaje a través de los estados de Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz, Puebla, México, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas, Sonora, Nuevo León y Tamaulipas, habiéndose introducido a territorio mexicano por el paso del Río Suchiate, provenientes de la aldea conocida como El Triunfo, departamento de San Marcos (ciudad de Tucún Umán) en Guatemala, cerca de ciudad Hidalgo, Chiapas, de ahí se dirigen al centro de transferencia de trenes de carga en la ciudad de Arriaga, Chiapas; a unos 300 kilómetros del punto de cruce, evitando los senderos resguardados por el ejército mexicano, las policías municipales y los grupos del Instituto Nacional de Migración, sin embargo; estos no son los únicos peligros, en la senda se encuentran también grupos delictivos como los Zetas, Zetitas, Maras, entre otros.

Dos días después se encuentran en Arriaga, esperan poder abordar la bestia al grito de “hoy corre” ya que no existen itinerarios para la salida de trenes; presurosos buscan encontrar algún lugar para poder viajar juntos, sin embargo no será en cómodos asientos, sino en las escalerillas o en el toldo de estos gusanos de acero de casi 2 kilómetros de largo y que alcanzan velocidades de 65 kilómetros por hora, unas verdaderas bestias encarreradas que sacuden, escupen y muerden, y sobre ella, bien agarrados, “La familia”…, con su pequeña hija.

Después de un viaje sinuoso de aproximadamente diez horas, recorren los casi 600 kilómetros que separan a la ciudad de Arriaga y Palenque, donde los conocimos y nos contaron su historia, esperan en el centro de transferencia de Palenque que enganche un nuevo tren, con un mapa de la República Mexicana en las manos el cual les hizo calcular en un principio que tardarían tres días en cruzar nuestra geografía, mismos tres días que han tardado en llegar a la ciudad de Palenque, piensa el jefe de familia que la travesía tal vez dure dos semanas más; un mapa de papelería hace difícil asimilar los 1,600 kilómetros que lo separan de ciudad Reynosa en Tamaulipas; sin considerar las veces que tendrán que descender del tren y volver a esperar un nuevo enganche a lo largo de los diferentes tramos que cubren las cuatro empresas concesionarias de trenes que surcan nuestro territorio llevando mercancías, los cuales los llevarán por distintos estados de nuestro país, sin siquiera acercarlos al paso fronterizo que ellos consideran más fácil para cruzar a McAllen, ignorando también que el tren lo más que se acercará será a ciudad Victoria, a poco más de 300 kilómetros de la frontera, donde si logran cruzar, los esperan aun 2,500 kilómetros de andanzas hasta la paradisiaca Florida; es un largo viaje de 5,000 kilómetros desde su hogar, Tegucigalpa…, lo que era su hogar.

Las fronteras más que separar naciones, dividen personas y sesgan sueños, el sueño de una familia que se vio acotado por la inseguridad, al punto de poner en riesgo su propia seguridad, los infortunios y sin sabores del proceso migratorio a través de México son por todos conocidos, conocer la ruta y los peligros nos hace valorar y respetar más a estas personas que en busca de un sueño, enfrentan una pesadilla en la búsqueda del sueño americano, en busca del american way of life, dejándonos en nuestros sentimientos el deseo y anhelo de que lleguen… juntos, y juntos…, encuentren aquello que están buscando.

Dr. Jorge Carlos Medina Medina